15/4/07

El otro lado del patriotismo

Película: The Shooter (El Tirador).
Dirección: Antoine Fuqua.
Guión: Jonathan Lemkin (novela: Stephen Hunter).
Reparto: Mark Wahlberg, Michael Peña, Danny Glover, Kate Mara, Elias Kotteas, Ned Beatty, Rhona Mitra.

Bob Lee Swagger es un francotirador de élite del ejército de los Estados Unidos, un verdadero patriota, un hombre que cree en el gobierno de su país y en sus decisiones. Sin embargo, durante una misión aparentemente tranquila en Etiopía, su amigo y compañero Donnie (interpretado por Lane Garrison, Tweener en Prison Break) cae en el inesperado ataque de un helicóptero. Swagger se desengaña de todo lo que había creído, pierde la fe y se aparta del mundo durante tres años, hasta que dos oficiales le piden que ayude a evitar el asesinato del presidente. Swagger no prevee la emboscada.


Cada muy poco tiempo llega a los cines una película sobre soldados -especialmente marines- de élite, muchas veces retirados. El mes pasado, sin ir más lejos, John Cena, estrella de la RAW, debutó en la gran pantalla con The Marine (creo que aquí es Persecución Extrema, título original donde los haya). Mucho tiro, mucho héroe solitario, mucha conspiración. Muchísimo patriotismo.

El Tirador no se aleja, en lo formal, de lo que es común en su género. Técnicamente no destaca sobre la mayor parte de las películas de acción, puesto que en la época en que nos encontramos es difícil superar el grado de realismo estándar. Los disparos, el fuego y la sangre no son más reales que en otras películas, sino que son iguales. Ocurre básicamente lo mismo con las persecuciones, que por suerte son pocas, y con la trama general.

Es esta una película tan entretenida como cualquiera protagonizada por Denzel Washington. La acción no cansa, generalmente. Lo que hace que The Shooter supere al resto de películas de su estilo es, principalmente, la visión del patriotismo que presenta. Bob Lee (pronunciado "Bóbli" en la película) es un personaje interesante, patriota puro desengañado, con las convicciones por los suelos, sin nada por lo que vivir. Sin embargo, y a pesar de que odia a los oficiales y al gobierno, en cuanto le piden que ayude a impedir el asesinato del presidente, acude: puede estar frustrado, puede sentir deseo de venganza, pero ama a su país, por suerte, sin caer ya en la tediosa y repugnante adoración por la bandera, tan conocida.


Sin embargo, el personaje, que podría haber dado mucho de sí y está aceptablemente interpretado por Mark Wahlberg, reciente nominado a un Oscar por Infiltrados, se queda en la superficie, y el análisis de su filosofía y sus luchas mentales no son reveladas al espectador más que a grandes rasgos. Supongo que en la novela en que se basa la película -escrita, por cierto, por un crítico de cine del New York Times- todo está mejor tratado. El desprecio por la ley injusta del protagonista nos regala, eso sí, un buen final, con un baño de sangre de categoría.

Ejemplo de oportunidades desaprovechadas pero con un discurso moralmente aceptable, en contraposición a muchas otras obras del estilo, The Shooter supone una muy recomendable opción para aquél que quiera ver una película de acción.

Valoración: 5,5/10.

A la hoguera (Parte II)

Hoy me toca a mí quejarme de Uwe Boll (¿cómo se pronuncia, por cierto? ¿Yúu Ból?), doctor en literatura por la universidad de Colonia, odiado por tantos y tantos aficionados a los videojuegos y al cine. Este director alemán lleva años destruyendo clásicos de los videojuegos, como pueden ser House of the Dead, Bloodrayne y Alone in the Dark, con pésimas películas que mayoritariamente no he visto (porque soy incapaz de aguantarlas y porque preferiría clavarme una aguja en un huevo a ver una obra suya).

Uwe Boll, aborto de director de cine

Hasta hace poco, lo cierto es que este ser no me molestaba demasiado -dejando de lado el tema de que soy aficionado al cine, me gustan las cosas bien hechas y no aguanto la basura que nos están echando estos últimos años- porque, si bien me he fulido mis buenas pagas viciándome al House of the Dead en los recreativos, tampoco es que me hubiera estropeado ningún juego de infancia. Me resultaba gracioso que alguien tan terriblemente inútil consiguiera financiación, e incluso actores famosos (Christian Slater, Kristianna Loken, -estos dos sí que me molestan y me duelen profundamente- Ben Kingsley y Michael Madsen), a pesar de ser tan lamentable como es. Sin embargo, el año pasado me tocó la moral definitivamente, cuando me enteré de que planeaba adaptar Dungeon Siege.

Dungeon Siege es un videojuego de rol bastante típico y repetitivo, pero tiene para mí el atractivo de que fue mi primer juego del estilo -adoro aquellas mulas-, además de que su segunda parte es uno de mis juegos de ordenador favoritos. Deseaba que, al menos, hiciera algo aceptable, pero no: dirigió un tostonazo de tres horas, en el que están implicados, para gran pena por mi parte, John Rhys-Davies (Gimli) y Ray Liotta (Uno de los Nuestros), entre otros actores conocidos (alguno de ellos mucho) pero ya no tan queridos por mí: Burt Reynolds, Jason Statham, Claire Forlani (seguro que Uva vio aquella tan mala de Jackie Chan, la del talismán, porque salían la Forlani y Rhys-Davies), Leelee Sobieski. Definió su película como una mezcla entre fantasía épica y artes marciales. Escalofríos, ¿eh?. Poco sorpresivamente, no encontró una distribuidora; para no tener que meterse la película por el culo, ¡creó una distribuidora propia!

Así es, amiguitos. Uwe Boll es imparable. La única esperanza que parece quedarnos a los amantes de los videojuegos y el buen cine es que este director muera. De forma lenta y dolorosa, a ser posible.