Dirección: Steve Bendelack.
Guión: Richard Curtis, Robin Driscoll, Simon McBurney, Hamish McColl.
Reparto: Rowan Atkinson, Emma de Caunes, Max Baldry, Willem Dafoe, Karel Roden.
Mr. Bean, el feo, semimudo y divertido retrasado inglés, vuelve a las pantallas, con más o menos el mismo nivel que en su primera aparición. Es sabido que la serie es mucho mejor de lo que lo fue la película, pero era entretenida y tenía sus momentos, como es de esperar del personaje. Recuérdense la parte del aeropuerto, la afición del protagonista por sus calzoncillos o el destrozo a la pobre, pobre Madre de Whistler.
Bien, esta segunda parte viene siendo del mismo nivel. No es un descojono, pero es divertida, y tiene diversos puntazos (los que la vean, que se acuerden de mí en estos tres momentos: el restaurante, en la foto de a, la caracterización como monja y los pases VIP); hay unos cuantos secundarios importantes, pero no le roban protagonismo a Bean, como sí ocurría en la primera; la historia no es demasiado flipada, algo que se agradece en estos tiempos. Eso sí, en algún punto concreto el humor es muy bestia; Bean provoca un suicidio, por ejemplo. La escena es graciosa, eso sí.
No hay mucho que comentar, la verdad. Es Mr. Bean. Quien no lo conozca será porque no ve la tele. Si te gusta el personaje, dale una oportunidad; puede que te hagan gracia los chistes. Punto.
Valoración: 5/10.
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