30/4/07

¿Le pide usted explicaciones a Dios?

Película: El buen pastor.
Dirección: Robert de Niro.
Guión: Eric Roth.
Reparto: Matt Damon, Angelina Jolie, Alec Baldwin, William Hurt, Tammy Blanchard, Eddie Redmayne, Robert de Niro, Billy Crudup, John Turturro, Michael Gambon.

Catorce años hace que el enorme Robert de Niro, líder de la lista de actores favoritos de tanta y tanta gente, dirigiera su ópera prima, la inolvidable Una historia del Bronx, en la que, basándose en un monólogo autobiográfico de Chazz Palminteri, narraba los años mozos de Calogero, habitante del Bronx, barrio conocido por el sobrenombre de "Hell's Kitchen" ("Cocina del Infierno"), la relación del chico con la mafia, el racismo y un etcétera de temas siempre interesantes y especialmente bien tratados.

A pesar de las pretensiones modestas de la cinta, fue elogiada como se merecía; sin embargo, hasta este mismo año no ha podido estrenar de Niro una nueva película: El buen pastor le ha costado doce largos años de trabajo. Y hoy, después de verla, comprendo por qué, pero pienso que no ha merecido la pena el sacrificio. Ahí voy.


El buen pastor habla sobre la fundación de la CIA a través de la historia de Edward Wilson, un estudiante de Yale, frío, calculador e inteligente, que pasa a ser reclutado por el gobierno para crear una organización de espionaje durante la Segunda Guerra Mundial. Obsesionado e incapaz -por muchos motivos- de olvidarse de su trabajo, además de indispensable para sus superiores, le será imposible compaginar la vida laboral con la personal, creando una familia frágil y dispersa.

La película tiene a su favor dos factores, principalmente: la complejidad del guión y el extraordinario (tengo costumbre de poner adjetivos grandificadores, pero éste sí es bien merecido) reparto. Personajes muy trabajados, desde el protagonista, interpretado por un Matt Damon que me parece insistituible en el papel, si bien es un actor que nunca me ha gustado, hasta secundarios de lujo, como el propio de Niro en la piel del senador inválido encargado de crear la organización, hasta Pesci, con un cameo de escasa importancia argumental, al contrario que el que realizara en Una historia del Bronx, pasando por Alec Baldwin, John Turturro -que tengo entendido que en una escena violenta, de hecho creo que la única de la película, se partió de risa y se la contagió al director-, William Hurt o Michael Gambon, éste último interpretando quizá al personaje que más me ha gustado. Incluso la Jolie actúa bien, como los desconocidos Tammy Blanchard (la sorda) y Eddie Redmayne.


La historia no es de hecho una historia, sino todas las historias de veinte años en la vida del protagonista; es por esto por lo que se puede comparar El buen pastor con El padrino, además de la evolución del personaje principal, abocado a un destino irremisible, y la larga duración. Sin embargo, la duración no es tan agradecida por el espectador en ésta como en la obra maestra de Coppola (claro que muy poca gente puede negar con argumentos válidos que sea El padrino la mejor película de la historia); la película que nos ocupa es casi tan compleja como ésta, pero casi más complicada de entender debido a los constantes saltos temporales, más lenta y mucho más fría (es que la guerra era fría, coño), además de que la acompaña la sensación de "esto se parece a El padrino" en la mente, algo que sería terriblemente estúpido pensar visionando a los Corleone. Pero la CIA no es lo mismo que la mafia, sobretodo si no hay sangre.


El aspecto anecdótico que me toca comentar acerca de El buen pastor es lo mal conseguido que está en algunos personajes el paso de los años, sobretodo en Damon. En las escenas (no sé si flashforwards) al 61, a Baldwin se le notan las canas y las arrugas y a Angelina la piel del cuello le cuelga, pero Turturro, Crudup y Damon están, si uno no se fija bien, exactamente iguales que cuando interpretaban a jóvenes. Esto no sería un fallo excesivo si la línea temporal de la trama fuera recta, pero con los saltos que se producen, contribuyen a liar al espectador.

El buen pastor es una película interesantísima, muy bien ambientada, excepcionalmente interpretada y de una complejidad poco común, que necesita toda la atención del espectador (esto puede considerarse bueno o malo; personalmente lo veo bien, no me gusta dormirme viendo una película, aunque no salgan tías desnudas), pero su duración y su lentitud pueden hacer perder la atención de muchos, y probablemente la mayor parte de los espectadores no puedan comprenderla completamente con el primer visionado. Pero su excesiva sobriedad, su falta de emoción, además de la ya mencionado duración, no invitan precisamente al revisionado. En cualquier caso, es cine puro, y como tal merece ser elogiada.

Valoración: 7,5/10.

Madrid o el laberinto de la muerte

Este fin de semana he estado en Madrid, visitando a la familia, como en todo puente. Ésa es la razón por la que no me gustan los puentes, aunque supongo que el año que viene ya me libraré de los horribles viajes de siete horas en coche, o en tren, peor aún, si mi padre no libra. Bueno, no tuvimos mucho problema para entrar en la ciudad el día de la llegada (llegamos el sábado a media tarde, y hemos vuelto hoy lunes a media mañana. Calculad lo gilipollas que ha sido el desplazamiento); un poco de atasco, pero demasiado poco para ser día de puente. Pillamos bien la M-30 y de ahí a la casa de mis abuelos es poco camino.


Ayer por la tarde fuimos a visitar a mi tía, a un pueblecillo a más o menos tres cuartos de hora de la ciudad. Fue al volver cuando ocurrió. Mi padre, conductor nervioso e impaciente donde los haya, siguió una indicación que llevaba, en principio, al hospital del 12 de Octubre por la M-30. Cuál fue la sorpresa y el cabreo cuando descubrimos que en realidad, tras pasar por un túnel larguísimo, estábamos al lado del Calderón. Oséase, la hostia de lejos. Intentó mi pobre padre llegar a Usera, barrio de mis abuelos, pero curiosamente había obras por el camino. Tras meternos en una siniestra urbanización en la cual, al ver a cuatro treintañeros con polos Lacoste rosas, pantalones blancos cortos y pelo churretoso y engominado, no pude evitar soltar un "Sin pijos"; casi nos comemos el coche de un chino en prácticas, casi se hunde una rueda en un agujero. Al final, tras muchas vueltas e imprecaciones, llegamos a nuestro destino.

Para volver esta mañana -y cuando digo "mañana" quiero decir "cinco de la madrugada"-, suponía que no habría demasiado problema para llegar a la M-30 y salir de la destrozada Madrid. Ingenuo de mí. Otra media hora nos hemos tirado dando vueltas; al ver una señal donde ponía "M-30", supusimos que de ahí se podría elegir el sentido de la carretera. Nada. Para Toledo/Badajoz. Otra vuelta. Otro trecho sin asfaltar, con una grúa y de todo por ahí. Policía nacional tocando la huevada, la propia y la mutua. Al final, mi hermano ha conseguido ver un cartel minúsculo donde ponía "M-30 Barcelona" (yo no, yo iba sin gafas y además estaba ocupado intentando dormir usando el método Schopenhauer); costaría aún muchas horas llegar a casa, pero lo habíamos logrado: éramos libres.

Moraleja: si pensáis ir a Madrid... ¡NO! Por lo menos no en coche. Gallardón, por el amor de Dios. Un poco de respeto. Si no haces bien las obras, por lo menos SEÑALIZA bien. La virgen.