Estaba yo orinando, como todo buen español por la mañana, y sin motivo aparente me ha venido a la cabeza ese siniestro ser que, en mi infancia (o sea, hace como unos cuatro años), salía en las pantallas de los cinemás, con una cancioncilla lamentable, y advirtiendo con su tono de voz más lamentable aún nosequé mierda, entre la que se encontraba una orden para que apagáramos los teléfonos móviles (por cierto, cuando fui a ver Planet Terror a dos palurdos de los cojones les sonó el móvil).
Por supuesto, estoy hablando de éste, o, mejor dicho, de esto:
Por supuesto, estoy hablando de éste, o, mejor dicho, de esto:
Cinecito. Ese intento de imitación de Mickey Mouse pero con rollos de película unidos a un proyector. Madre mía, qué asco daba; me parece totalmente justo que le hayamos olvidado. De todas formas, aquí va mi último (y digo yo que único) homenaje a tal deshecho artístico:
Un, dos, tres, acción, bienvenido al cine
Un mundo de ilusión, uo-oh-uh-o-oh.
Un, dos, tres acción, bienvenido al cine
(Probable trozo de canción olvidado)
Cineeee, cineeee, cineeee, cineeee....
Ahora empieza la función.
Un mundo de ilusión, uo-oh-uh-o-oh.
Un, dos, tres acción, bienvenido al cine
(Probable trozo de canción olvidado)
Cineeee, cineeee, cineeee, cineeee....
Ahora empieza la función.