Dirección: Quentin Tarantino.
Guión: Quentin Tarantino.
Reparto: Kurt Russell, Vanessa Ferlito, Sydney Tamiia Poitier, Rosario Dawson, Tracie Thoms, Rose McGowan, Zoë Bell, Jordan Ladd, Mary Elizabeth Winstead.
La película que más he esperado este año, sin duda ninguna. Mi director y guionista (más lo segundo) favorito, como declaro siempre que tengo oportunidad, vuelve a los cinemás y, aunque hayamos tenido que comernos la división de la proyección original de Grindhouse, con un solo puto tráiler de los cuatro que deberíamos haber visto, y que esta no es ni de lejos su mejor película, la espera no ha sido inútil.
Lo primero que tengo que comentar de Death Proof es que los diálogos no poseen la calidad de Kill Bill, y están a años luz de los de Reservoir Dogs y, sobretodo, Pulp Fiction. No digo yo que sea obligatorio para Tarantino llegar al nivel de su segunda película. Por Dios, eso creo que es imposible. De todas formas, los de Kill Bill (Volumen 2, mayormente) son geniales, sin tener ese queseyó de Pulp, y con ellos a mí Tarantino me contenta. Diría que lo que pasa en Death Proof es que la mayor parte de las conversaciones las llevan a cabo mujeres, y Quentin es especialista en diálogos de macho; por tanto, los diálogos verdaderamente tarantinianos quedan relegados a Mike, al dueño de bar interpretado por el propio Tarantino (que recibe de propina unos picos con unas cuantas mozas más o menos apetecibles) y al cameo del gran Earl McGraw, acompañado, como en Kill Bill, de su hijo. Es decir: los diálogos son buenos, superiores a los de la mayoría de filmes, pero no tanto como cabría esperar de nuestro querido Popeye. Esto baja a la cinta puntos que, siendo Tarantino el guionista, deberían dársele por descontado.
A diferencia de Planet Terror, Death Proof está sólo inspirada en las películas típicas de serie B. Es decir: tiene puntos en común con varios géneros (el slasher, la sexploitation en general y la blaxploitation en particular, la revenge movie), y recuerda a obras de culto como Faster, Pussycat! Kill! Kill!, pero manteniendo el sello de Tarantino: largos diálogos, que aquí, a pesar de lo que ya les he criticado, tienen una importancia quizá mayor que la del resto de sus películas, personajes psicológicamente muy complejos, música no original magníficamente escogida (aunque a mí me ha llegado a hartar tanto plano del tocadiscos). Rodríguez también fue fiel a su estilo en Planet Terror, pero es que el suyo es mucho menos personal.
La primera hora de película es, básicamente, análisis de personajes, de tres en concreto: Arlene, Jungle Julia y, obviamente, el Especialista Mike. Desde el principio tenemos muy claro que todas las protagonistas van a morir, pero Arlene y Julia, lejos de ser simples víctimas, como Lanna Frank (la que trae la maría) y Shanna (que todavía tiene algo de interés debido a la mención de su padre), están estudiadas en profundidad. Jungle Julia, a la que todo el mundo ve como un zorrón que se tira a cualquiera que la vaya a hacer ascender profesionalmente, está enamorada de uno de estos; Arlene se siente deprimida porque nadie parece estar interesado por ella, cosa que descubre el Especialista, fetichista del pie, sexualmente frustrado, conocedor de películas y series antiguas que los jóvenes no conocen. ¿No recuerda a alguien? Esto es de lo que más me ha gustado de la película: que Tarantino se refleje en un personaje tan profundamente. Ya lo había hecho anteriormente, aunque de una forma más superficial, por ejemplo con el Señor Rosa, pero nunca, como digo, de esta manera.
Los personajes de la segunda parte son en general menos interesantes, a excepción clarísima del de Zoë Bell, que interpreta a Zoë Bell. Tarantino escribió el papel pensando en ella, tras su colaboración en Kill Bill, y ciertamente ha acertado. Lo de la especialista de cine interpretándose a sí misma es un puntazo, y un merecidísimo homenaje a todos los profesionales del oficio, injustamente olvidados, relegados a una fugaz aparición en los créditos. En esta segunda parte, el Especialista Mike realiza una evolución importante: después de cebarse con las chicas (y después de haberle lamido el pie a Rosario Dawson, fingiendo que recogía lo que sea del suelo), sin conseguir nada, se convierte en la presa. Recibe un tiro, y huye, pidiendo perdón, diciendo a sus perseguidoras que sus acciones no iban en serio, hablando solo, convenciéndose de que ya ha pasado todo, lloriqueando de miedo antes de echarse whisky (creo recordar) en la herida, de dolor después. Finalmente, cazado, suplica a sus supuestas víctimas que le perdonen, y es humillado a hostias -unas hostiazas dadas con una fuerza que, por cierto, ya quisiera tener yo-, dando paso a un salto de victoria de las chicas, con cartelito de The End. Acto seguido, y para culminar, la Dawson le clava un tacón en la cara. Sublime.
Un par de cosillas. Primero, que, para el que no se haya dado cuenta, el dueño del coche que conduce Kim está interpretado por el actor que diera vida al camionero cliente de Buck (el que came to fuck) en Kill Bill y, más importante, el que está con Jordan Ladd no es ni más ni menos que Eli Roth. Segundo: la escena del choque con el coche, que culmina la primera parte de la película, es sencillamente espectacular. Os recomiendo que la revisionéis en Youtube, donde hay una versión a cámara lenta donde quizá apreciéis detalles que no habíais visto la primera vez. Poned "Death proof car crash" y saldrá.
Mientras espero con ansias Inglorious Bastards, Death Proof me ha servido como calmante; buena película, con grandes personajes, una escena de persecución impresionante (que creo que no he comentado, pero como no cobro da igual) y buenos diálogos, aun sin ser estos las genialidades a las que nos tiene acostumbrados su director. Mejor como revisión de serie B y, en menor medida, como reivindicación de la figura del especialista, que como película de Tarantino, eso sí.
Valoración: 7/10.