24/3/07

El final de la fantasía

Efectivamente. Tras unas veinte horas de juego, me he confirmado que el Final Fantasy XII, que salió a la venta en España hace un mes, termina lo que ha sido la saga. La reinventa, dicen. Yo la prefería como era antes, claro que la mayoría manda (por suerte, en general).


En el Final Fantasy X se jodió ya una seña de identidad de lo que era la saga: el mapa del mundo. Es comprensible, si tenemos en cuenta que en las anteriores entregas el muñeco del personaje en el mapamundi era casi tan grande como las ciudades, y que la renovación técnica que traía consigo (también nos podemos fijar en el cambio/mejora de la cámara, que se acercó a las caras de los personajes fuera de los vídeos) hacía que no se pudiera recurrir a algo tan cutre como lo había sido. Así que pasábamos de una ciudad a otra sin salir nunca al exterior (lo que provocó a su vez una disminución del papel de los chocobos, que aparecían miserablemente: sólo en el camino de Miihen, y como monturas para los legionarios). Lo cual no está mal, vale, pero es un cambio importante. Y en esta última entrega, claro, se repite el tipo de avance del X. Lo que podrían haber hecho sería algo del estilo del Dragon Quest: un mapeado grande, con puertas a las ciudades. Eso sí, el juego, que ya de por sí es larguísimo, se habría convertido en un coñazo importante.


Ahora, la esencia de Final Fantasy parece estar muerta y enterrada: no hay combates aleatorios. Los monstruos aparecen en los escenarios, y la mayoría de las veces puedes escoger si quieres luchar contra ellos o no. Por lógica, en los combates controlas directamente a un sólo personaje (que puedes escoger, claro), en el sentido del movimiento y, aunque por poder, puedes dar órdenes cada vez a los combatientes, se te incentiva para no hacerlo mediante el sistema de Gambits, órdenes preestablecidas que pueden ser bastante complejas (tipo Si el líder tiene menos de 30% de VIT, Cura +), que hace las batallas mucho más mecánicas. No digo ya si aburridas o no, porque a mí lo mecánico no me aburre.

No estoy diciendo que sea éste un mal juego, Dios me libre; es un buen juego, muy trabajado, complejo y visualmente excepcional (todo eso de exprimir la consola al máximo que se ha repetido tantísimo), aunque, eso sí, los personajes son bastante mierda y el factor diversión es menor que en anteriores entregas; pero ya no es un Final Fantasy, como los conocíamos, se entiende: el adiós a las peleas aleatorias (aunque sí hay turnos y tiempos de espera, que se me ha olvidado comentarlo), que me temo que no van a volver, nos deja a los fans de este tipo de combates relegados a frikadas ultrajaponesas, seguramente muchas en cell-shading (no digo que sean malos, me quejo de la poca variedad). Orvuá, Final Fantasy. Orvuá.

No hay comentarios: