Qué hay. Sabemos que las series americanas están en su primera época dorada, y personalmente sé que son mi entretenimiento número 2 -el primero creo que con mirar un poco el blog ya se sabe, y no, no es el autosexo-, y esta semana empiezo a tragarme cosas como un insensato, que diría Gandolfo el Blanco Grisáceo, o Gris Blanquecino. Primero está Weeds, una serie tremenda y de poco éxito en España (en Cuatro duró en prime time tres semanas), sobre una traficante de hermosos, hermosos cogollos, brutalmente crítica con los Estados Unidos, muy divertida e incluso educativa (personalmente no sabía nada de la paja-plátano). Empezó hace unas semanas, pero yo no me había dado cuenta, y ahora tengo cuatro o cinco capítulos acumulados. Luego está Prison Break, que tuvo una primera temporada insuperable pero pegó un bajón importante en la segunda, y que parece que en este tercer round va a peder más aún, pero que es obligatoria. Voy a dar oportunidades también a Journeyman (una de viajes en el tiempo protagonizada por Kevin McKidd, el de Trainspotting y -más bien- Roma, cuyo argumento me recuerda a aquella del Viajero del Tiempo, o como fuera, a la que le tengo cierto cariño), a Meadowlands (que ahora no me acuerdo de qué mierdas va, pero sí de que tenía buena pinta) y a Pushing Daisies (de un señor que resucita lo que toca y lo mata para siempre si lo vuelve a tocar, con una estética bastante burtoniana -de la segunda fase de Burton, sea, etapa Big Fish y Willy Wonka). Héroes empezará dentro de poco, me imagino; para Galactica y, sobretodo, Lost, tendré que esperar aún... aunque para entonces me sobra entretenimiento.
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