30/3/07

¿Quién se ha meado en el portal?

Buenas noches. Dejo un enlace a uno de mis vídeos musicales favoritos de ese grandísimo poglama que es La Hora Chanante: la señora Vera (¡Limpia la escalera!).


Mr. Bean contraataca

Película: Las vacaciones de Mr. Bean (Mr. Bean 2).
Dirección: Steve Bendelack.
Guión:
Richard Curtis, Robin Driscoll, Simon McBurney, Hamish McColl.
Reparto:
Rowan Atkinson, Emma de Caunes, Max Baldry, Willem Dafoe, Karel Roden.

Mr. Bean, el feo, semimudo y divertido retrasado inglés, vuelve a las pantallas, con más o menos el mismo nivel que en su primera aparición. Es sabido que la serie es mucho mejor de lo que lo fue la película, pero era entretenida y tenía sus momentos, como es de esperar del personaje. Recuérdense la parte del aeropuerto, la afición del protagonista por sus calzoncillos o el destrozo a la pobre, pobre Madre de Whistler.


Bien, esta segunda parte viene siendo del mismo nivel. No es un descojono, pero es divertida, y tiene diversos puntazos (los que la vean, que se acuerden de mí en estos tres momentos: el restaurante, en la foto de a, la caracterización como monja y los pases VIP); hay unos cuantos secundarios importantes, pero no le roban protagonismo a Bean, como sí ocurría en la primera; la historia no es demasiado flipada, algo que se agradece en estos tiempos. Eso sí, en algún punto concreto el humor es muy bestia; Bean provoca un suicidio, por ejemplo. La escena es graciosa, eso sí.


No hay mucho que comentar, la verdad. Es Mr. Bean. Quien no lo conozca será porque no ve la tele. Si te gusta el personaje, dale una oportunidad; puede que te hagan gracia los chistes. Punto.

Valoración: 5/10.

29/3/07

La decisión de Braque

Hoy he asistido a una charla del escritor Eduard Márquez, autor de varias novelas; la más reciente, y sobre la cual ha hablado (exclusivamente), La decisión de Brandes.


Es curioso el modo en que les (a lo mejor en un futuro pueda decir "nos", quién sabe) surgen las ideas a los escritores. Márquez, que ha hablado del proceso de creación de su novela, fue inspirado por artículos de periódico, novelas y, sobretodo, una carta: la carta a Herman Goëring, segundo hombre del Tercer Reich, del administrador de su colección artística, hablándole, entre otros, de los cuadros que poseía Georges Braque, conocido y prohibido pintor, mediante los cuales se le chantajeó. La decisión de Brandes está inspirada en la decisión que tuvo que tomar Braque: ¿dar los cuadros que poseía y deseaba Goëring, perdiendo la dignidad y el honor, a cambio de recuperar los suyos propios, confiscados, única fuente posible de ingresos? El autor no sabe qué respondió Braque a este chantaje. Si alguien lo sabe, que se lo comunique; quizá se lo agradezca. Es un tío imprevisible, a saber.

Eduard Márquez

Me desvío. No quería hablar del argumento -buscad reseñas, que yo ni me he leído el libro-; quería decir lo raro que me ha parecido cómo se toma Márquez su profesión. De ocho a diez horas diarias de creación. Hasta ahí, bien. Pero el hombre se traza previamente unos esquemas complicadísimos (en este caso, una estrella de David con cada uno de los temas de la novela en sus vértices), lo repasa todo exhaustivamente, no se deja llevar en ningún momento por la inspiración o la pasión.

Eso no es arte, pensaba yo mientras hablaba el señor Márquez. Un trabajo puramente racional no es arte; el arte sale de nuestro interior, y tal como sale debe ser plasmado. Luego he visto que lo que ocurre es que a él le sale todo así directamente: como él mismo ha dicho, escribimos lo que somos, por tanto, si se es un ser racional y ordenado, se escribe de tal modo, y se disfruta así, igual que yo disfruto escribiendo lo que sale, y repasando sólo lo cacofónico, pesado o inútil. De todas formas, tendré que probar a escribir algo como él lo hace; si se ha llevado los premios que se ha llevado, mal no puede estar esta organización. Este verano leeré la novela.

Curioso, por cierto, el origen del nombre del alter ego de Braque. Creo que con poner el apellido en Gúguel saldrá ya alguna noticia relacionada.

28/3/07

Je decup Cló

Hoy ha salido en Friends la mejor escena de la serie: Joey hablando, o algo, francés. Mítico. Insuperable. Dejo aquí un enlace al vídeo para goce no sexual:


Bendita década

Bendita década. Será la época en que vea más televisión -a no ser que mi vida futura no valga la pena en absoluto y por ello, si no veo la tele, pensaré constantemente en un suicidio rápido e indoloro-, y hay muchísimas más series de calidad de las que hubo en los 90.

De hecho, casi ni se me ocurren series de televisión buenas de la década pasada, claro que un motivo razonable es que no tenía más de diez años. Futurama, Friends y, cómo no -joder-, Los Simpson; que no sean de humor, la única que me viene a la cabeza es Expediente X (de la que, por cierto, no he visto un solo capítulo). Eso sí: yo no habría sido yo sin los Simpson. No hay tema de conversación más universal que Springfield, aunque todos nos sepamos de memoria todos los gags de las temporadas intermedias y, de todos los tíos de mi edad que conozco, hay uno solo al que no le gusten. Claro que es como muy imbécil pero sin el como.

Pobre Tenacitas. Ojalá estuvieras aquí para comerte.

En cambio, y aunque sigo tragándome los Simpson como en mis años mozos y he descubierto el nivelazo de Friends hace como un año (y ya me la sé de memoria, me temo), en los últimos años han aparecido muchísimas series que me encantan. Los Soprano (es del 99, pero no hay unas siete temporadas), única serie, creo, que refleja la vida del hampa, y con tetas y todo; House, de la que ya hablé un poco ayer y, como dije, tiene el mejor personaje de la televisión, además de tratar mejor que otras series de médicos los casos, aunque de un modo demasiado esquemático; la superfriki Perdidos, que aunque va perdiendo temporada tras temporada sigue siendo una estupenda serie de misterio, con unos personajes muy profundos y trabajados; Prison Break, que siempre consigue mantener la tensión en el espectador, importa poco que sea creíble o no; la menos conocida Nip/Tuck, serie sobre cirujanos plásticos muy crítica con la sociedad, como a mí me gusta; la reciente Héroes, sensacional homenaje al cómic de superhéroes tradicional; la miniserie Hermanos de Sangre, sobre soldados de la IIª, imprescindible para todo aquel que guste del género bélico en el cine; o la injusta e indignantemente cancelada Firefly, una serie sobre contrabandistas espaciales del futuro, que se concluyó con la aceptable película Serenity.

La Serenity, nave de Firefly

Total: aprovechad ahora para ver la televisión (o el ordenador, más rápido y cómodo, y menos aceptado socialmente), gentes y gentuzas, porque no sabemos lo que nos llegará en un futuro. Dejando de lado, claro, el hundimiento de Florida y la supremacía mundial china.

27/3/07

Frases de House

El mejor personaje de la historia de las series de televisión. He aquí algunas de sus perlas; no todas, claro, pero siempre viene bien leer unas pocas frases buenas. Por cierto, a Hugh Laurie, después de toda la vida actuando en su país, le han nombrado Sir por su papel en una serie americana. Tiene cojones.


Hugh Laurie en House

- (A Stacy, tras una discusión con el equipo): "¿Y qué hacemos, tú pegas al negrazo y yo a la chiquilla? El australiano saldrá por piernas si la cosa se pone fea".

-"Necesito mucha estimulación. Yo no me masturbo, me hago el amor. "

- (Para no hablar con un paciente supuestamente iluminado): "Dios habla con él. Sería una arrogancia creerme mejor que Dios".

- "¡Por las mujeres! No se puede vivir con ellas. Ni matarlas y decir que se han ido de strippers a Atlantic City".

- (Después de que Cameron diga que Foreman es negro): "¿Qué?, ¡y yo que creía que era un lunar!".

- (Después de que Cameron diga: "¡Vaya bastón!", refiriéndose a su nuevo bastón terapéutico) "¿De cuál de ellos me hablas?".

- (A un paciente que ha estado diez años en coma): "Ahora usamos prendas reciclables: cuando te las quitas, te las comes".

Y para terminar...

- (Sobre morir con dignidad) "Eso no existe. Los cuerpos se deterioran; a veces a los noventa, a veces antes de nacer; pero siempre sucede sin un atisbo de dignidad. Tanto si no puedes andar, ver o limpiarte el culo, siempre es horrendo, siempre… No se muere con dignidad, se vive".

Parecidos razonables

Jack Nicholson Vs. Un profesor de mi instituto. Sin comentarios.


26/3/07

El cliente siempre tiene la razón

Mi historieta favorita de Sin City, dentro del Alcohol, chicas y balas. Magistral. Para ver las imágenes a tamaño completo, clic.

V.O.S.

Cada vez me gusta menos ver películas dobladas. Desde que empecé a ver algunos DVDs en original subtitulada, le he pillado el gusto. La semana pasada, por ejemplo, vi El último rey de Escocia: ¿cómo preferir escuchar a Forest Whitaker el Grande hablando un español perfecto que un inglés con un conseguidísimo acento ugandés? En versión doblada se pierde, además del acento -a no ser que el personaje sea chino o francés, en cuyo caso se exagera-, la expresividad original (véase Capote, como ejemplo claro, aunque el doblador se esforzó), y no se puede saber si un actor es bueno o no, en mi opinión, si no le hemos escuchado hablar, expresarse. Es una parte importantísima de la actuación, luego del personaje. Y los personajes son la esencia de la película.

Forest Whitaker en El último rey de Escocia

25/3/07

Lo malo de vivir en Cataluña

En cuanto a la televisión, me refiero. A la programación de la 2, más concretamente. Ayer me quedé sin ver Tootsie por culpa de esto, y me he perdido también El halcón maltés y Los idiotas (de Von Trier), que recuerde ahora. Pero ha habido más, y todas por culpa de un programa cutrísimo en catalán, de entrevistas y demás. Vale que tengamos un idioma propio, pero eso no significa emitir basura en este idioma, sacrificando programación de calidad, y probablemente con más audiencia, sólo por estar doblada al castellano. Si no me cabreo es porque en la TV de Cataluña dan películas enormes; ahora están con un ciclo de cine clásico, por ejemplo. Doctor Zhivago, Lo que el viento se llevó, Lawrence de Arabia. Una lástima, de cualquier modo.

Dustin Hoffman en Tootsie

24/3/07

El final de la fantasía

Efectivamente. Tras unas veinte horas de juego, me he confirmado que el Final Fantasy XII, que salió a la venta en España hace un mes, termina lo que ha sido la saga. La reinventa, dicen. Yo la prefería como era antes, claro que la mayoría manda (por suerte, en general).


En el Final Fantasy X se jodió ya una seña de identidad de lo que era la saga: el mapa del mundo. Es comprensible, si tenemos en cuenta que en las anteriores entregas el muñeco del personaje en el mapamundi era casi tan grande como las ciudades, y que la renovación técnica que traía consigo (también nos podemos fijar en el cambio/mejora de la cámara, que se acercó a las caras de los personajes fuera de los vídeos) hacía que no se pudiera recurrir a algo tan cutre como lo había sido. Así que pasábamos de una ciudad a otra sin salir nunca al exterior (lo que provocó a su vez una disminución del papel de los chocobos, que aparecían miserablemente: sólo en el camino de Miihen, y como monturas para los legionarios). Lo cual no está mal, vale, pero es un cambio importante. Y en esta última entrega, claro, se repite el tipo de avance del X. Lo que podrían haber hecho sería algo del estilo del Dragon Quest: un mapeado grande, con puertas a las ciudades. Eso sí, el juego, que ya de por sí es larguísimo, se habría convertido en un coñazo importante.


Ahora, la esencia de Final Fantasy parece estar muerta y enterrada: no hay combates aleatorios. Los monstruos aparecen en los escenarios, y la mayoría de las veces puedes escoger si quieres luchar contra ellos o no. Por lógica, en los combates controlas directamente a un sólo personaje (que puedes escoger, claro), en el sentido del movimiento y, aunque por poder, puedes dar órdenes cada vez a los combatientes, se te incentiva para no hacerlo mediante el sistema de Gambits, órdenes preestablecidas que pueden ser bastante complejas (tipo Si el líder tiene menos de 30% de VIT, Cura +), que hace las batallas mucho más mecánicas. No digo ya si aburridas o no, porque a mí lo mecánico no me aburre.

No estoy diciendo que sea éste un mal juego, Dios me libre; es un buen juego, muy trabajado, complejo y visualmente excepcional (todo eso de exprimir la consola al máximo que se ha repetido tantísimo), aunque, eso sí, los personajes son bastante mierda y el factor diversión es menor que en anteriores entregas; pero ya no es un Final Fantasy, como los conocíamos, se entiende: el adiós a las peleas aleatorias (aunque sí hay turnos y tiempos de espera, que se me ha olvidado comentarlo), que me temo que no van a volver, nos deja a los fans de este tipo de combates relegados a frikadas ultrajaponesas, seguramente muchas en cell-shading (no digo que sean malos, me quejo de la poca variedad). Orvuá, Final Fantasy. Orvuá.

Esta noche cenaremos en el infierno

Película: 300.
Dirección: Zack Snyder.
Guión: Zack Snyder, Kurt Johnstad.
Reparto: Gerard Butler, Lena Headey, Dominic West, Vincent Regan, David Wenham, Rodrigo Santoro.

Comienzo el blog escribiendo mi crítica a la esperadísima 300. Basada en el cómic homónimo de Frank Miller (conocido por algunas historias de Batman y Elektra, pero sobretodo por la serie Sin City), es una versión libre de la batalla de las Termópilas (480 a.C.), en la cual aproximadamente 7000 griegos, liderados por Leónidas de Esparta y su guardia personal de 300 hombres, se enfrentaron a unos 250.000-400.000 persas para dar tiempo al resto de Grecia a prepararse para la lucha.


Esto es, más o menos, el planteamiento del asunto. Ya aquí se desvía 300 de lo que, se supone, sucedió en realidad: 300 espartanos y unos pocos griegos más contra -creo- un millón de persas. Por tanto,no podemos esperar que la película sea fiel a lo históricopero, aunque no nos guste este desvío (y muchos otros, que ya comentaré), si nos liberamos de lo que sabemos y vemos la película sin pensar en las incongruencias, como un puro y simple espectáculo, que al fin y al cabo es lo que es el cine, disfrutaremos. Mucho, además.

300 es una película grande, majestuosa. Los responsables (a la cabeza, Zack Snyder, director del estupendo remake de El amanecer de los muertos, de Romero) han trasladado con maestría el cómic de Miller, preservando la tremenda calidad estética -mención especial a la escena del lobo-, como se hizo en su día con Sin City (mejor película, claro que el guión es mucho mejor); sin embargo, 300 no es un calco de la novela gráfica (no sé distinguir un cómic de una novela gráfica, pero qué más da), sino que aporta novedades. Más que nada porque con el cómic no daba para hora y media, o dos horas, de película, y Snyder se ha permitido el lujo de añadir una historia, propia pero consentida por el dibujante, con Gorgo, mujer de Leónidas y por tanto reina de Esparta, como protagonista. Una buena historia, que rellena, claro, pero también ayuda al espectador a no cansarse de tanta batalla.


Las batallas. El otro punto fuerte. Es lo que la ha hecho una película taquillera: sangre, espadas, escudos, flechas (muchas flechas), monstruos raros fruto posiblemente de alguna droga ingerida por el director, y la mayoría sin una trascendencia en las mismas batallas (rinoceronte, mûmakil). Miller dibujó a los espartanos sin la armadura pesada de los hoplitas, simplemente con yelmo, el escudo que usaban para la defensa del soldado contiguo y el manto rojo sangre. Esto, además de atraer a amantes de los atléticos torsos masculinos desnudos y sudados (hmmm), dota los combates de una agilidad y un dinamismo matrixiano, acentuado por los Inmortales, élite del ejército de Jerjes, armados en el filme con dos espadas que usan de un modo no poco parecido al de los ninjas. Algo que baja ligeramente la calidad de las batallas es el abuso de la cámara lenta, seguida en muchas ocasiones por la rápida.


Un aspecto remarcable de 300 es lo grotesco, lo esperpéntico de muchos personajes. Desde la deformación del pastor-soldado-traidor Efialtés y los éforos, existente en el cómic, hasta la de los Inmortales, el gigante encadenado, el decapitador cangrejoide o el harén de Jerjes (¿qué cojones era esa cabra?). Esto, unido a la sangre y la violencia, hace que bastantes espectadores de estómago delicado se tengan que abstener de verla, y de hecho no sé qué pretende Snyder introduciéndolo, porque tampoco es que aporte mucho, sólo hacerlo todo más irreal, al igual que los animales gigantes. Aunque, si dirigió El Amanecer, queda muy claro que es éste su estilo.

Algo ya menos importante, anecdótico, aunque me ha llamado la atención, es Jerjes. No ya por la vestimenta (por decir algo), la altura o la voz siniestra (veréis), sino por la poco creíble ambigüedad. Se mueve y actúa amaneradamente, y el punto gracioso, aunque no sé si adrede, es el momento en que acerca sus manos a Leónidas y le comenta que sus esclavos "no es a sus latigazos a lo que temen". Risas en las salas.


Eso sí: como a (casi) toda película de guerra, se le puede sacar una intencionalidad propagandística patriótica. En este caso, obviamente, contra Oriente, pintado como bárbaro e injusto. Debía serlo, parésceme, si se usaba a los esclavos como fuerza principal de los ejércitos, incentivados sólo por los chasquidos de los látigos, aunque se conoce que culturalmente no eran una civilización pobre. Irán ataca a la Warner, aunque Zack Snyder se declara apolítico. No es lo que vengo a comentar, así que ya.

Las actuaciones, debido a que los actores son poco conocidos, nos ayudan a introducirnos mejor en la película, sin relacionar a éste con tal película en la que hacía un papel de lo que sea. Solventes, creíbles, sin ninguno destacable para bien o para mal; Gerard Butler (Leónidas), quizá, por la presencia, la potencia y el vozarrón en la versión original.

300 es, resumiendo, una película espectacular, fuerte y violenta, excesiva y grotesca, sin un guión trascendente, para los que disfruten de las batallas de cine bien realizadas, para los que no pretendan ver algo históricamente creíble, para aquellos a los que les gustara el cómic original. No es para todos, pero los que puedan disfrutarla, lo harán.

Valoración: 7,5/10.